martes, 23 de junio de 2015

Rol de los abuelos

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NataliaTrenchi-Preguntas-08

Cada vez es más común que los padres trabajen y es más frecuente que el niño quede a cargo de los abuelos todo el día. Pero, ¿cuál es su rol en la educacion de su nieto?
Cuando un nieto llega a sus vidas, los recientes abuelos sienten que esta tiene sentido nuevamente, están ansiosos y felices por hacerse cargos de los pequeños. Sin embargo, no siempre es así, porque también están aquellos que aún se mantienen muy activos o bien, sencillamente, creen que llegó la hora de descansar y para quienes hacerse cargo de los nietos y cuidarlos todo el día no estaba en sus planes, pero tienen que hacerlo. Es muy difícil generalizar las relaciones, pero estimo que cuando los abuelos tienen que hacerse cargo de la crianza de su nieto –o ayudar en ella– pueden tomarlo como una segunda oportunidad fantástica de la vida, de pararse de otra manera frente a la crianza de un niño, corrigiendo los errores que se cometen cuando se tiene hijos y aprendiendo a disfrutar desde su rol de abuelos. Una  frase que puede resumir cómo tienen que ser las relaciones entre los padres y los abuelos es: “Los padres ,son los padres”. Lo tienen que recordar los abuelos y lo tienen que recordar los padres. Los abuelos tienen que saber que lo mejor que pueden aportar en esta etapa es darles apoyo a sus hijos en su rol de padres. No es un lugar de rivalidad. No queremos ver a quién quieren más los niños ni con quién se portan mejor o comen más espinaca. Se trata de ser un buen apoyo para los padres. Me imagino que todos los abuelos quieren que sus hijos crezcan lo más saludables posibles desde el punto de vista emocional. Para que sea así, nada mejor que miren a sus padres como figuras de autoridad, como personas valiosas y respetables. Si eso sucede gracias a la colaboración de los abuelos es fantástico.

¿Qué se puede hacer para lograr ese respeto del que hablamos?
El respeto tiene que estar muy presente. El respeto de los abuelos a las decisiones de los padres, esas decisiones que sus hijos toman en su rol de padres. Esa es una característica del rol que tiene que estar muy clara desde el principio. Una cosa es que los abuelos les permitan a los niños comer todas las papas fritas que quieran, hacer todas las migas que se les ocurra y está todo bien. Otra cosa es el rol del abuelo que está con el niño todos los días o unos cuantos días a la semana. Tiene que colaborar en el rol de educador porque está haciendo de padre sustituto. En ese rol, el abuelo no podrá hacer cualquier cosa, debe respetar las directivas globales que los padres den. Por ejemplo, si los padres no quieren que coman determinadas cosas, los niños no van a comer determinadas cosas. Y está bien que los abuelos dejen claro que eso no se puede hacer porque mamá y papá no lo permiten. No quiere decir que cuando vayan a la casa de los abuelos no puedan hacerlo, pero ahí en su casa es necesario seguir el criterio de los padres. Esa es una manera de respetar que la autoridad sigue estando en los padres, aunque transitoriamente y por un problema coyuntural estén cuidándolos los abuelos.

¿Es una manera de que los padres estén presentes aunque no estén todo el día en casa?
Sí, es una manera de estar aun no estando. Pero para eso, los padres tienen que respetar a los abuelos en determinados aspectos, porque en esta administración de cómo van a ser las reglas, los abuelos están en todo su derecho de decir: “No estoy de acuerdo contigo y no voy a hacerlo aunque tú me lo pidas”.

¿Las reglas y límites hay que discutirlos en privado y no en presencia de los niños?
Exactamente, cuando más se hable y más claros queden los roles, muchísimos menos conflictos habrá. Es bárbaro que pase eso porque para los niños el poder ser cuidados por los abuelos en un buen clima es muy beneficioso. Es lindo que la historia la cuenten los abuelos, no va habrá nada más valioso que hablar de sus raíces. Es muy importante para construirse a uno mismo el tener información de primera mano de dónde venimos. Es muy importante para los niños aprender que el mundo no nació cuando ellos llegaron y que no se va a acabar cuando ellos no estén. Es darles un sentido de trascendencia bien importante. Es impagable escucharlo de la voz pausada de los abuelos.

sábado, 6 de junio de 2015

Resilinecia

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¿Sabes qué es la resiliencia? ¿Quieres aprender a ser más resiliente?

resiliencia
A veces la vida nos pone a prueba, nos plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad, una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos… Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.

Resiliencia: definición y significado

La resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología añadimos algo más al concepto de resiliencia: no sólo gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas , sino que también podemos salir fortalecidos de ellas.
La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.

La práctica de la resiliencia: ¿Cómo podemos ser más resilientes?

resiliencia practica 

La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos  podemos desarrollar a lo largo de la vida. Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
De hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentar los diferentes retos de la vida.

¿Qué caracteriza a una persona resiliente?

Las personas que practican la resiliencia:
  1. Son conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
  2. Son creativas. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
  3. Confían en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
  4. Asumen las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas resilientes son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto?
  5. Practican el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
  6. Ven la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, también llamado optimalismo, y están convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día siguiente puede ser mejor.
  7. Se rodean de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
  8. No intentan controlar las situaciones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas resilientes saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control.
  9. Son flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
  10. Son tenaces en sus propósitos. El hecho de que las personas resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
  11. Afrontan la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  12. Buscan la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

La resiliencia en los niños

resiliencia niñosSi queremos que nuestros hijos afronten las dificultades de la vida con fortaleza es importante educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello es fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos. No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden. Por supuesto, tampoco se trata de exponerles a peligros o ambientes agresivos “para que se hagan más fuertes”, afortunadamente no estamos en Esparta. Aportar seguridad y protección es necesario. Algo importante que podemos preguntarles a los niños cuando tienen un contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es ¿qué puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?

jueves, 4 de junio de 2015

La prisa como estilo de vida

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La prisa como estilo de vida

No va más rápido el que más corre. Priorice, diga no y establezca horarios. Su existencia y su trabajo se beneficiarán del cambio.

 

Cuánta gente anda corriendo de un lado para otro sin saber a dónde va ni a qué ha ido, y sin llegar a valorar si necesitaba ir de prisa o si podría haber hecho lo mismo a otro ritmo. La prisa no es un valor añadido. Nadie es mejor profesional ni mejor persona porque vaya rápido a todos sitios o porque exprese lo estresadísimo que está.
¿Ha calculado cuánto tiempo gana cuando va a toda velocidad? La mayoría de las veces, ir deprisa no implica caminar más rápido o pensar de forma más ágil. Significa estar y sentirse internamente acelerado.
Imagínese encontrándose con alguien conocido que le saluda mientras habla por el móvil a la vez que mira el reloj, le estrecha la mano y le sonríe para mostrar lo feliz que se encuentra. Cuando cuelga, le abraza efusivamente, le dice que anda liadísimo, que va todo el día corriendo, que todo está fatal y que no puede esperar más para coger vacaciones. A usted apenas le deja hablar, no le pregunta cómo le va, se despide diciendo que a ver cuándo quedan y sale disparado. Escenas como esta se viven todos los días en la calle de una gran ciudad.
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En este siglo acabaremos con las enfermedades, pero nos matarán las prisas”
Gregorio Marañón
Muchas personas viven aceleradas e instaladas en la prontomanía, en la necesidad de contestar a todo de forma inmediata como si no hubiera un mañana. Da la sensación de que la prisa da prestigio porque indica que está ocupado, muy ocupado, y eso se interpreta como que es un gran profesional. Falso. La velocidad también puede ser sinónimo de mala gestión del tiempo, de desconcentración, de olvidos y desequilibrio personal y profesional. Mucha gente no dejaría sus asuntos importantes en manos de alguien que no tiene cinco minutos para sonreír, para preguntar cómo estamos, para hablar de forma conversacional un momento y transmitir paz y sosiego.
La persona que convive con la prisa lo hace también con el estrés y la ansiedad, no ­disfruta del momento porque está anticipando el futuro. Deja la vida pasar porque no observa lo que ocurre en el presente y no ­escucha lo que le dice la gente porque su cabeza piensa a 200 revoluciones. También tiene más probabilidad de tener un accidente porque se salta límites con tal de ahorrar tiempo.
La prisa llega a convertirse en un estilo de vida. De hecho, mucha gente no sabe qué hacer con su tiempo libre cuando lo tiene. Estar desocupado les produce malestar, sensación de pérdida de tiempo, incluso falta de autoestima porque… “¿cómo puede ser que no esté haciendo ahora algo, qué dice eso de mí?”. Para este tipo de personas, el aburrimiento es algo desagradable, vacío y sin sentido. Por eso siguen corriendo aunque ni siquiera sepan hacia dónde.
anna parini
¡Basta! Pare, reduzca, contemple, mire a su alrededor y levante el pie del acelerador. Tiene derecho a elegir el ritmo que quiere imprimir a su vida, a tener tiempo para su ocio, para pasear sin rumbo solo por el placer de hacerlo. El tiempo no es algo que deba consumir en grandes cantidades y a borbotones. El tiempo es algo para saborear, incluso cuando tiene que entregar un informe de forma urgente. ¿La calidad de ese trabajo será mayor si lo redacta estresado? ¿Encuentra mejores soluciones? ¿Es más creativo? ¿La vida le va mejor y disfruta más de ella? La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo no.
Hacer cientos de cosas y no disfrutarlas es como no hacer nada. Las personas con calma, las que optimizan su tiempo para trabajar y disfrutar de la vida en todos los sentidos, dan buen rollo y, a más de uno, envidia. ¿Cómo lo consiguen?
Priorizan. ¿Qué es importante y qué no lo es? Es una pregunta difícil a la que cada uno contesta de forma diferente porque depende de una escala de valores personal. Para unos es la familia; para otros, el trabajo o la propia felicidad. La respuesta no importa porque ninguna de ellas es buena ni mala. Lo que sí interesa es ser coherente y actuar conforme a lo que cada uno establece como relevante. Si cree que la familia es lo más importante, pero dedica todo su tiempo al trabajo, andará corriendo para sacar un momento para su prioridad. Ordene su agenda en función de sus preferencias, con sentido común y responsabilidad.
Se ponen límites en los horarios. Establecerlos nos ordena y agiliza la mente. Saber que a una hora concreta el trabajo tiene que estar acabado centra la atención en la actividad. Si esa acotación no existe, el cerebro se dispersa porque sabe que dispone de todo el tiempo del mundo para resolver lo que tiene entre manos. Los límites permiten prestar atención a lo importante; sin distracciones que le exigirán un nuevo proceso de calentamiento para concentrarse en la actividad que es realmente prioritaria. Cada vez que rompe su proceso de concentración, enlentece la tarea, y luego llegan las prisas para acabarlo todo. Suspira pensando en que no llega, se queda en la oficina más tiempo del que desearía, se siente culpable por no regresar a casa antes y vuelve a correr para recuperar lo que perdió por no gestionar bien su tiempo.
Una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo”

Gilbert Keith Chesterton
Dicen una palabra mágica: NO. La conducta servicial no puede convertirse en actitud servil. Si antepone los deseos de los demás siempre antes que los suyos, luego no llegará a poder gestionar sus asuntos. Sus actividades y su relajación son importantes. Esta situación lleva a una vida insatisfecha, en la que predomina la idea de que no tiene espacio para usted mismo y de que sus actividades no son importantes. Muchas personas piensan que dedicarse tiempo es egoísta, porque son ratos que podría invertir en los demás. Pero no es así. Su bienestar psicológico y físico depende de su capacidad de disfrute.
Desconectan. Del móvil, del WhatsApp, del trabajo, del correo electrónico, de todo lo que les impide disfrutar de otros momentos. Uno de los usos negativos de la tecnología es convertir todo en algo inmediato. No está obligado a contestar a toda la información entrante en el instante. La mayoría de ellos no son urgentes. Si lo fueran, le llamarían. Es usted quien ha decidido que tiene que responder a todo con prisa porque ha cogido ese hábito, porque no tiene paciencia o porque cree que el que le escribe podría molestarse. Aprenda a retrasar, sobre todo si en ese momento está realizando otra actividad que requiere de su atención.
Utilizan técnicas que permiten relajarse. Yoga, pilates, deporte, un baño de agua caliente, una llamada de teléfono larga y relajada o una copa de vino al calor de la chimenea. Para estos momentos siempre hay un espacio. Se trata de repartir las horas de forma que obligaciones y ocio estén equilibrados.

Para saber más

El libro
‘Momo’, Michael Ende.
La película
‘El guerrero pacífico’, Víctor Salva.
La frase
“Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir”. Robert Louis Stevenson
No buscan la perfección, buscan estar a gusto con sus vidas. Hay personas que buscan mejorar, crecer y superarse. Y hay otras que se obsesionan con que todo sea perfecto y esté controlado. La perfección no existe, ni en la tecnología, ni con nuestro físico, ni en la destreza o habilidad para desarrollar un deporte. Perderá mucho tiempo intentando que algo sea perfecto. Basta con que esté rematadamente bien, no necesita que sea perfecto. Es más, muy poca gente será capaz de apreciar ese nivel de excelencia al que ha dedicado tantísimas horas y que le ha impedido alcanzar el punto anterior: relajarse y desconectar.
Fluyen. Están presentes, disfrutan y observan lo que acontece a su alrededor. No buscan qué hacer a continuación, sino que se dejan llevar por el momento. Dedican tiempo a la vida contemplativa. Para disfrutar del momento, usted debe estar en el presente, en el “esto, aquí y ahora”. Repetirse estas palabras de vez en cuando le permitirá recordar la importancia de los detalles, de atender su momento en lugar de anticipar el futuro.
Y recuerde: los segundos o minutos que gana corriendo no compensan todo lo que pierde en calidad de vida.

 Lic en Cs Humanidades

Ana M.Castro Luca

La sociedad del cansancio

Articulo 385

HAN, Byung-Chul 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Byung-Chul Han, una de las voces filosóficas más innovadoras que ha surgido en Alemania recientemente, afirma en este inesperado best seller, cuya primera tirada se agotó en unas semanas, que la sociedad occidental está sufriendo un silencioso cambio de paradigma: el exceso de positividad está conduciendo a una sociedad del cansancio. Así como la sociedad disciplinaria foucaultiana producía criminales y locos, la sociedad que ha acuñado el eslogan Yes We Can produce individuos agotados, fracasados y depresivos.


Según el autor, la resistencia solo es posible en relación con la coacción externa. La explotación a la que uno mismo se somete es mucho peor que la externa, ya que se ayuda del sentimiento de libertad. Esta forma de explotación resulta, asimismo, mucho más eficiente y productiva debido a que el individuo decide voluntariamente explotarse a sí mismo hasta la extenuación. Hoy en día carecemos de un tirano o de un rey al que oponernos diciendo No. En este sentido, obras como Indignaos, de Stéphane Hessel, no son de gran ayuda, ya que el propio sistema hace desaparecer aquello a lo que uno podría enfrentarse. Resulta muy difícil rebelarse cuando víctima y verdugo, explotador y explotado, son la misma persona.

Han señala que la filosofía debería relajarse y convertirse en un juego productivo, lo que daría lugar a resultados completamente nuevos, que los occidentales deberíamos abandonar conceptos como originalidad, genialidad y creación de la nada y buscar una mayor flexibilidad en el pensamiento: “todos nosotros deberíamos jugar más y trabajar menos, entonces produciríamos más”. ¿O es acaso una coincidencia que los chinos, para quienes originalidad y genialidad son conceptos desconocidos, sean los responsables de casi toda invención –desde la pasta hasta los fuegos artificiales- que ha dejado huella en Occidente? Sin embargo, esto no deja de ser para el autor una utopía inalcanzable para una sociedad en la que todos, incluso el ejecutivo mejor pagado, trabajamos como esclavos aplazando indefinidamente el oci
o.