miércoles, 27 de octubre de 2010

El estrés en las Instituciones educativas



El estrés en las Instituciones educativas.

Los eventos de la rutina diaria de los niños y adolescentes generan estrés. Las presiones de la vida moderna están obligando a  los estudiantes a crecer demasiado pronto y esto hace que la infancia sea un tanto angustiosa. Se espera que los niños de hoy  tengan éxito en la escuela, sean competentes, competitivos y satisfagan las necesidades emocionales de los padres y adultos  que los rodean.

Las instituciones educativas manejan el concepto de calidad, clave para comprender los desafíos y las propuestas que vive este siglo. La demanda de la sociedad es generar y trasmitir conocimientos. Capacitar al ciudadano para que se inserte en el mercado laborar. Se busca lograr que los chicos de hoy sean seres productivos, críticos, capaces y reflexivos.

¡Pero estos niños están expuestos  a todo tipo de problemas y situaciones! Y  aunque pase todo eso, los niños en crecimiento no son adultos en miniatura, ellos sienten como niños, piensan como niños y necesitan de la niñez para su sano desarrollo. Pero parece que los adultos les estamos robando este tiempo que ellos necesitan.

Se observan distintas clases de niños y adolescentes. Hay unos que son capaces de soportar circunstancias y que conservan su compostura y competencia ante los desafíos y amenazas o  eventos traumáticos. Creo que esos factores se deben a las relaciones familiares sanas que logran un desenlace positivo.

Hay otros muy vulnerables, capaces de absorber mucha ansiedad, adquirir posturas desafiantes, depresión y violencia en su actuar.

Aparece entonces el agotamiento, el cansancio emocional, sensación de no poder cumplir con el trabajo, inutilidad y pérdida de control. Esto es bastante común tanto en los niños como  en los  profesionales de  la enseñanza.

¿Hay estrés en las instituciones educativas?



Bien sabemos que todo aquella persona cuya labor sea trabajar con niños, tener que enseñarles a  adquirir conocimientos, modificar costumbres, exigir algo, saben que no siempre se sale de esta labor, como cuando se entra. Todos los que están involucrados saben que tener expectativas, compone de manera conciente o inconciente la posibilidad de generar estrés.



No sólo los bajos rendimientos, sino también las formas de educar, las actitudes de quienes conviven a diario son síntomas que se perciben en la meta final.

A esta altura del año, cuando se aproxima la última etapa del ciclo, cuando se pone sobre el tapete los resultados anuales, surge como por arte de magia un clima de competitividad y promoción del individualismo. Todos quieren sobresalir, ser los mejores.

¿Quién es mejor que quién?

Una institución educativa debe tener como misión lograr individuos competentes. Pero debe también velar que esa competitividad no lleve a desfigurarse y transformarse en una lucha en donde para ganar se pierdan otros valores. Por eso debe  hablarse de competencias y no estrictamente de competición, ya que esta última genera un clima de lucha por ganar algo. Y auque a veces parece ser algo sano, no siempre está exenta de tales sentimientos, por lo que puede ser motivo de sufrimiento.

La escuela es un sitio que está diseñado para adquirir competencias .Ser competente es tener capacidad  a partir de la integración de saberes de diferente naturaleza, o sea, habilidades conceptuales, prácticas y estrategias de conocimiento.

Ser competente es tener la capacidad de dar respuesta a una situación imprevisible, anticipar el problema y dar alternativas para su resolución.

En los individuos desde edades tempranas, obtener eficiencia y muchas veces nos encontramos incapaces de detectar cuanto afecta. No es lo mismo que si hablamos de competición. Este término se confunde a veces. Competición es una lucha, una pugna  una carrera, es un llegar...no importa cómo ni que se deja en el camino. A fin de año, entra la fiebre no por ser competentes sino por ser competir. Los niños no se dan cuenta  que sus esfuerzos por satisfacer las exigencias laborales en forma frecuente y en tiempos prologados causan sin lugar a dudas  causan estragos. Y eso no lo podemos permitir. El estrés no es bueno.

No tenemos los maestros un termómetro para medir el estrés que se genera en  los alumnos al enfrentarlos a diario a exigencias, a cargas extras  y a presiones.

-“Esta prueba escrita servirá para saber quien es el mejor”

¿Que mecanismo utilizar para evitar  esa sensación de incomodidad que experimentan los niños y estar alertas para evitarlos? El programa escolar que el maestro o profesor enseña  siempre tiene expectativas altas  y sobrecargamos a los niños. A esto hay que agregar las expectativas de los padres y la familia. No existe ningún padre que no reciba con ansiedad el carné de calificaciones y que lo compare con el compañerito o el amigo.



¿Cómo prevenir el estrés en las Instituciones Educativas?

Hay formas a esta altura del año de reducir el estrés en la escuela. Reorganizar el calendario de asignaturas incluyendo  ratos de ejercicio, escuchar música y dar oportunidad de realizar trabajos que sean satisfactorios como ser pintar, hacer manualidades.

Un docente debe saber guardar relación  con las capacidades de cada uno .Si una tarea requiere de gran esfuerzo, hay que saber facilitar el tiempo necesario para recuperarse de la fatiga. Una escuela debe dosificar esfuerzos y tratar de evitar  tensiones.

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